¿Qué se necesita para empezar una relación con Dios?
¿Esperar a que caiga un rayo? ¿Dedicarse abnegadamente a hacer obras religiosas? ¿Intentar ser mejor persona para que Dios te acepte? Nada de esto. Dios ha dejado muy claro en la Biblia como podemos llegar a conocerle. Este texto explica como puedes empezar una relación personal con Dios, desde este mismo momento...
¿Esperar a que caiga un rayo? ¿Dedicarse abnegadamente a hacer obras religiosas? ¿Intentar ser mejor persona para que Dios te acepte? Nada de esto. Dios ha dejado muy claro en la Biblia como podemos llegar a conocerle. Este texto explica como puedes empezar una relación personal con Dios, desde este mismo momento...
Principio nº 1: Dios te ama y te ofrece un plan maravilloso para tu vida.
Dios te ha creado. No sólo eso: te ama tanto que quiere que pases la eternidad con Él. Jesús dijo: "Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo único para que todo aquél que en él cree no se pierda, sino que tenga vida eterna" (Juan 3:16).
Jesús vino para que cada uno pudiese conocer a Dios de una manera personal. Sólo Jesús puede dar significado y propósito a la vida.
¿Qué nos impide conocer a Dios?
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Principio nº 2: Todos somos pecadores y estamos separados de Dios. Por tanto no podemos conocer y experimentar el amor de Dios y el plan que él tiene para nuestra vida.
Necesitamos a Jesús, esa es la cuestión. La Biblia dice: "Todos hemos pecado y por eso estamos lejos de Dios" (Romanos 3:23). Aunque la intención de Dios es que tengamos una relación con él, nosotros por naturaleza intentamos hacer las cosas a nuestra manera.
En el fondo nuestra actitud hacia Dios puede ser de rebelión abierta o de pasiva indiferencia, pero ambas actitudes son evidencias de lo que la Biblia llama pecado. La Biblia nos dice que "Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, nos apartamos cada cual por su camino" (Isaías 53:6).
El resultado del pecado en nuestras vidas es muerte -la separación espiritual de Dios (Romanos 6:23). Aunque intentemos llegar a Dios a través de nuestro propio esfuerzo, sólo podemos fracasar.
Este diagrama nos muestra la brecha que existe entre nosotros y Dios. Las flechas ilustran que podemos intentar llegar a Dios por nuestros propios medios. Podemos intentar hacer cosas buenas, o ganar la aceptación de Dios a través de una vida buena o una filosofía moral. Pero nuestro propio esfuerzo es insuficiente para cubrir nuestro pecado.
¿Cómo podemos atravesar esta brecha?
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Principio nº 3: Jesucristo es la única provisión de Dios por nuestro pecado. A través suyo podemos conocer y experimentar el amor de Dios y su plan para nuestra vida.
Jesucristo es la única solución que Dios ha dado para el problema de la imperfección y el mal humanos. Gracias a la muerte de Jesús en la cruz, nuestro pecado no tiene por que separarnos de Dios por mas tiempo. Jesús pagó el precio de nuestro pecado con su sufrimiento y muerte en la cruz, y con ello tendió un puente entre nosotros y Dios. "Porque también Cristo murió por los pecados una sola vez, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios" (1ª Pedro 3:18).
En vez de intentar alcanzar a Dios, simplemente tenemos que confesar nuestra maldad y aceptar a Jesús y su sacrificio como el camino hacia Dios. "Yo soy el camino, la verdad y la vida", JESÚS dijo. "Nadie llega al Padre sino por mí" (Juan 14:6). También dijo "Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque muera, vivirá, y todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás" (Juan 11:25-26).
Pero Jesús no tan sólo murió por nuestros pecados, sino que resucitó (1ª Corintios 15:3-6). Al hacerlo demostró, mas allá de cualquier duda, que verdaderamente puede prometer vida eterna -que es el Hijo de Dios y el único medio por el cual podemos conocer a Dios. Él dijo: "Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo único para que todo aquél que en él cree no se pierda, sino que tenga vida eterna" (Juan 3:16).
Pero no basta tan sólo conocer los planes y el propósito de Dios. Tenemos que aceptar conscientemente a Jesucristo como el pago por nuestros pecados y darle la bienvenida a nuestras vidas.
Estas tres verdades no bastan...
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Principio nº 4: debemos aceptar individualmente a Jesús como Salvador y Señor; entonces podremos conocer y experimentar el amor de Dios y su plan para nuestra vida.
La Biblia dice: "Pero a todos los que han creído en Él y le han aceptado, a estos les da el derecho de ser hechos hijos de Dios" (Juan 1:12).
Aceptamos a Jesús por fe. La Biblia dice: "porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios. No por obras, para que nadie se gloríe" (Efesios 2:8-9).
Aceptar a Jesús significa creer que Él es el Hijo de Dios, lo que Él afirmó ser, y después invitarle a guiar y dirigir nuestra vida y hacer de nosotros una nueva persona (Juan 3:1-8).
Jesús dijo: "Yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré y cenaré con él y él conmigo" (Apocalipsis 3:20).
¿Cómo vas a responder tú a la invitación de Dios? ¿Qué vas a hacer con las afirmaciones de Jesús?
Considera estos dos círculos.
¿Cuál de los dos círculos representa mejor tu vida?
¿Cuál de los dos preferirías que la representara?
Comienza una relación con Jesús
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Puedes recibir a cristo ahora mismo. Recuerda lo que Jesús dice "Yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, y cenaré con él y él conmigo" (Apocalipsis 3:20). ¿Te gustaría responder a su invitación? Aquí tienes cómo.
No importa que uses al pie de la letra estas palabras para entregarte a Dios. Él conoce las intenciones del corazón. Si no estás seguro de como decírselo, este texto puede ayudarte:
"Quiero conocerte, Jesús. Quiero que entres en mi vida. Gracias por morir en la cruz por mis pecados para poder ser aceptado por ti. Solamente tú puedes darme la fuerza para cambiar y llegar a ser la persona que tú quieres que sea. Gracias por perdonarme y por darme vida eterna con Dios. Te entrego mi vida. Haz con ella lo que desees. Amén."
Si le has pedido sinceramente a Jesús que entre en tu vida, entonces Él ha entrado, como ha prometido. Acabas de empezar una relación con Dios.
A continuación te espera un viaje de toda una vida, de cambio y crecimiento, a medida que conoces mejor a Dios a través de la lectura de la Biblia, de la oración y de la interacción con otros cristianos.
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